Simbiontes
Hay un bosque cuyos árboles poseen la capacidad de prolongar el deseo. Cuando algún hombre se aventura en sus sombras no puede más que apresurarse, llevándose por delante las ramas que progresivamente lo desnudarán. La brisa que recorre la copa de los árboles desprende sonidos que evocan gemidos adolescentes. Los aromas que las flores y los frutos esparcen abren el deseo de los visitantes. Las cavidades de los troncos se enternecen, exudando una sabia viscosa y dulce. Fascinados por esta metamorfosis, los aventureros penetran las tibias vulvas que los árboles ofrecen; y así, sucumben en un placer que se extiende por horas, poseídos por las melodías de gemidos provenientes de las alturas, embelesados por la sabia que abraza sus sexos. La cópula suele durar días. Los amantes se secan, y pasan a formar parte de lo que comúnmente se denomina corteza.
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