El perdedor hermoso
El perdedor hermoso sabe que no hay paz en la tierra y, sin embargo, nada puede hacer para cambiar la situación.
El perdedor hermoso se oculta, aunque nadie lo busque, porque prefiere los malos fantasmas de la soledad a las buenas compañías.
El perdedor hermoso ve lo que otros no quieren ver, pero no sabe cómo decirlo. Podría escribirlo, pero no sabe para qué. Un perdedor lo único que sabe es que nada puede hacer.
El perdedor hermoso nace, crece, estudia, escribe, canta, escucha, se enamora, trabaja, se aburguesa, se reproduce, acumula dinero, compra y vende, y así y todo nunca será feliz. Lo sabe de antemano, pero nada puede hacer.
El perdedor hermoso sabe que la familia es una trampa para el individuo. Nada puede hacer.
El perdedor hermoso se enamora y está bien junto a su pareja. Un perdedor sabe que esa sensación es finita y que un día despertará y a su lado no habrá nadie. Y nada puede hacer.
El perdedor hermoso sabe que es un perdedor. En ciertas ocasiones se olvida y cree que el triunfo está próximo. Entonces, recuerda. Y nada puede hacer.
El perdedor hermoso comprende que el mundo está jodido, que el alma no existe y que Cristo es un trozo de madera sin vida, pero nada puede hacer.
El perdedor hermoso sabe que hay otra vida mejor, pero nada puede hacer.
El perdedor hermoso sabe que el hambre, la injusticia y la infelicidad se terminan con la muerte. Sabe que podría apresurar ese momento, conoce los métodos. Sin embargo, el perdedor hermoso vive, y sufre. No es que lo prefiera, es que nada puede hacer.
Al perdedor hermoso le duele el mundo. El perdedor quisiera curarlo, pero prefiere leer en la soledad de su living. Sabe que nada puede hacer.
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F.