Romano versus la daga (i)

Cierto día una daga cruzó volando a toda velocidad las calles de Valle Grande de la Espina. Aquellos que lograron observarla, aunque sólo por algunos segundos, dieron fe de lo mismo: "Parecía que venía cayendo, como si perdiera potencia y altura con cada metro que recorría, pero pronto volvía a elevarse case el doble de lo que había bajado." Una mujer instruida en ciencias exactas hizo una justa descripción al decir que la trayectoria del vuelo era senoidal. Algunos fotógrafos consiguieron imágenes excelentes y hubo, además, un turista que logró capturar con su cámara de video algunos segundos de la daga en vuelo. Sin embargo, nadie tuvo el coraje de detenerla. No es que todavía siga volando; minutos después de haber aparecido en la ciudad, la daga se detuvo, justo cuando Romano, ignorante de lo que sucedía en la calle, terminaba de poner llave a la puerta de su casa y, como todas las mañanas, salía camino para la oficina. Oyó un silbido y luego un ¡flup! junto con el golpe seco en el pecho. Mientras caía, alcanzó a escuchar el ¡Ah! de la multitud, que se había formado a causa del extraño fenómeno.

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