Romano versus la daga (ii)
Cuando despertó, la daga seguía clavada en su pecho. Ya no estaba tendido en la vereda de su casa y, si bien nunca antes había sido internado, no le costó darse cuenta de que estaba boca arriba en una de las camas del hospital. Intentó incorporarse, como para poder ver a su alrededor, pero fue inútil, lo habían atado. Al cabo de un rato se dio cuenta del interruptor que tenía al alcance de su mano. Lo accionó. En menos de un minuto un médico y una enfermera se presentaron.
—Hoy tiene muy buen aspecto, parce que está decidido a despertar —dijo el médico.
—Es verdad, doctor —dijo la enfermera—, y sigue sin derramar una gota de sangre.
Romano los miraba sin entender muy bien qué debía preguntar, si es que debía preguntar algo. Aunque tuviera una daga clavada entre las costillas, la situación parecía estar plenamente controlada, el médico y la enfermera lo examinaban y hablaban de eso como si se tratara de un simple resfriado.
—Doctor —dijo Romano, por fin, cuando la enfermera se retiraba de su campo visual, probablemente a atender a otros pacientes.
El médico lo miró y sonrió.
—Sí, dígame.
—Disculpe, pero ¿qué es lo que me pasa?, o mejor dicho ¿qué me pasó?
—La daga, ¿no ve?
Romano, con cierta impotencia, inclinó la cabeza para mirar.
—Hoy tiene muy buen aspecto, parce que está decidido a despertar —dijo el médico.
—Es verdad, doctor —dijo la enfermera—, y sigue sin derramar una gota de sangre.
Romano los miraba sin entender muy bien qué debía preguntar, si es que debía preguntar algo. Aunque tuviera una daga clavada entre las costillas, la situación parecía estar plenamente controlada, el médico y la enfermera lo examinaban y hablaban de eso como si se tratara de un simple resfriado.
—Doctor —dijo Romano, por fin, cuando la enfermera se retiraba de su campo visual, probablemente a atender a otros pacientes.
El médico lo miró y sonrió.
—Sí, dígame.
—Disculpe, pero ¿qué es lo que me pasa?, o mejor dicho ¿qué me pasó?
—La daga, ¿no ve?
Romano, con cierta impotencia, inclinó la cabeza para mirar.
Comentarios