Romano versus la daga (v)

El médico vino temprano a hacer los exámenes de rutina. Comienza por los ojos; tapa uno y explora el otro con una linterna del tamaño de una lapicera; le hace abrir la boca y le examina la garganta con la ayuda de una pequeña espátula de madera; ahora se vale de sus propios dedos para palparle losgángleos ; luego, aplica el estetoscopio sobre su pectoral izquierdo, y también más abajo, cerca de la boca del estómago. Con cada movimiento, Romano estudia los gestos del médico, tratando de leer algún indicio de diagnóstico. Pero el médico si apenas guiña un ojo.

—A la policía lo único que le interesa saber es quién tiró la daga —dice el médico—, de lo demás, nada, al menos es lo que yo creo.
—Entiendo —dice Romano—, pero ¿ya se sabe algo?

El médico se pone guantes y hace presión, delicadamente, en el borde de la herida, tratando de no tocar el filo de la daga.

—¿Duele?
—No.
—Mejor entonces —dice el médico—. Yo creo que la policía está totalmente desconcertada, yo también lo estaría si policía.
—¿Perales también?
—¿El investigador privado? No lo sé.

Romano mira para un costado. La sala a la que fue trasladado es bastante grande, y aunque cabrían varias camas, está solo la suya. Se abre la puerta y entra la enfermera.

—Doctor, ¿podría pedirle un favor?
—Sí, dígame.
—Perales dice que en el cabo de la daga hay una inscripción, pero la verdad que yo no alcanzo a verla.
—No, claro, si usted tuviera la cabeza en los pies, sí que podría.
—Necesitaría verla, —dice Romano—, ¿le molestaría trascribirla a un papel?
—Se me ocurre algo mejor —el médico sonríe.
—¿Qué?
—Podría decirle qué significa lo que está escrito.

Comentarios

samuel teslurico dijo…
vamos romanoooooooooooooo

quiero
otraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!

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