Romano versus la daga (viii)
La puerta de la habitación se cierra y Romano no sabe qué pensar. Exactamente eso, se dice a sí mismo: No sé qué pensar. Pero también se da cuenta de que esos pensamientos son como compartimentos estancos de los cuales se puede salir nada más que reflexionando sobre ellos mismos. Es así de simple y de complejo, se dice y advierte que ya piensa en otra cosa. Ahora puede mirar alrededor del compartimento estanco y ver límites un poco más lejanos; entonces vuelve la voz del médico y con ella la noticia de que hay otro herido de daga. Improbable, piensa (el compartimento ahora es del tamaño de un estadio). La daga clavada un su pecho a una uña de su corazón sin sangrar también es improbable, y sin embargo ahí está.Romano boca arriba. La habitación blanca es un compartimento estanco.La inscripción, también es improbable.A Romano no le preocupa tanto quién ni por qué le lanzó la daga (suponiendo que fue dirigida a él). Tampoco le inquieta el nuevo herido. No. Para él, el dilema es qué conclusiones estará sacando Perales, porque él también sabe el significado de la inscripción en la daga. ¿Qué mensajes habrá arriesgado Perales?
Comentarios
Abrazo
Pirucho