Romano versus la daga (ix)
Julio César fue el primer emperador deificado luego de su muerte. El brutal asesinato, resultado de una de las más célbres conspiraciones de la historia, no tanto por su complejidad, sino por las concecuencias. Tras su desaparición, Gaius Iulius Caesar fue ponderado a la altura de un dios por su pueblo, que a partir de ese momento adoptarían la costumbre de deificar a todos sus emperadores. A la víspera de su turno, Vespesiano exaló: Me estoy convirtiendo en Dios.
Perales supone que se trata de una broma o de una gran casualidad. Elegir al azar una revista del revistero en la sala de espera del consultorio, abrir esa revista, por la mitad o a casi en la mitad, y leer uno de los dos artículos de una de las dos páginas y descubrir al final del primer párrafo que un emperador romano, el primero de la dinastía más corta de la historia romana, cuando se sintió morir pronunció esas palabras, las mismas inscriptas en el cabo de la daga clavada en el pecho de Romano.
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