Romano versus la daga (final)

Perales fue quién habló con el médico y éste se acercó a Romano y le dio la noticia y con ella el alta médica. Romano, aún bajo los efectos de la anestesia, era libre. No quiso ver al resto de las víctimas internadas cuando se retiró del hospital. Parecía querer olvidar rápidamente lo sucedido.

Al abrir la puerta de su casa lo invadió por la nariz la humedad del encierro. Frunció el ceño, como cualquier personaje de novela, y se dirigió a la habitación. Del fondo del placard, entre cajas de zapatos, extrajo un sobre de cuero que envolvía un arma. La cargó y como buen suicida de ficción sentado al borde de la cama se descerrajó la cabeza de un tiro.

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