El sentido de las cosas

Qué sentido tiene, escribí ayer. Qué sentido tienen las cosas o, mejor dicho, qué sentido tiene cada cosa en particular. Aunque todo cabe en una pregunta más amplia: ¿qué sentido tiene la cuestión del sentido de las cosas?

Hablé con un amigo de hace años, un perdedor hermoso. Lo llamé, no sé por qué. En realidad sí, es que de pronto tuve ganas. (La maldita necesidad de explicar todo). Ya sé, está internet, el chat, los mails y los mensajes de texto, pero nada como el roce de la voz en el tímpano. La irreverencia de la voz hacia la pasividad del oído. El perdedor hermoso me contó, entre otras cosas, cómo va el proyecto en el que está metido: una radio. Y me contó, también entre otras cosas relacionadas, que el estudio de la radio está en su casa y todo lo que eso implica y entonces la charla derivó hacia otra parte y hablamos de otras cosas. Prometimos vernos la próxima vez que nos encontremos cerca.

Horas después lo supe. A veces, la charla genera en las personas grandes emociones. Mucho que ver tiene el efecto psicofísico que produce el roce de del sonido en la memoria, auditiva ( Pascal Quignard ya se explayó lo suficiente como para que yo intente hacerlo ahora, torpe). La memoria auditiva, decía: quedé conmovido al cortar con el perdedor hermoso y por el lapso de algunas horas me sentí drogado de plácido. Pensaba que había sido la voz del perdedor hermoso pero después supe que era otra cosa, algo de lo que no hablamos cuando se pronunció la palabra radio pero en algún nivel me trastocó y no sé cómo pero ahora lo veo: el perdedor hermoso puede, si quiere y cuando quiere, encender el micrófono y empezar a hablar.

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