La última broma de Édouard Levé



Édouard Levé nació el 1 de enero de 1965 y se mató un día cualquiera, 42 años después. Su esposa lo encontró ahorcado en su casa de París. Colgaba de una de las vigas del techo, vestido de manera elegante como un maniquí que fuera a ser exhibido en una vidriera de la Champs-Élysées.

Levé vivió dos vidas en media vida. Sus inquietudes artísticas no florecieron hasta después de haber obtenido un título terciario en ciencias económicas que nunca ejerció. Primero se dedicó a la pintura abstracta. Entre 1991 y 1996, pintó a razón de 100 obras por año. En uno de sus libros dejó escrito que había vendido unas 30 telas y que al resto las había quemado. Incurrió luego en la fotografía y en la escritura, disciplinas que ejerció bajo el influjo del conceptualismo y las obras de Oulipo.

La escena del suicidio de Levé bien podría haber integrado alguna de sus series fotográficas. En Pornografía, por ejemplo, mujeres y hombres practican poses sexuales extraídas de películas porno, con la diferencia de que están completamente vestidas, como sendos oficinistas. O en Rugby, en la que un grupo de hombres representa momentos característicos de ese deporte, descontextualizados tanto por el fondo neutro del estudio como por el vestuario elegante sport de los performers. Ambas obras persiguen la búsqueda de la incertidumbre, y en esto son continuación de dos series anteriores. En Homónimos retrató a homónimos de sus artistas admirados, todas personas halladas en la guía telefónica, y exhibió las imágenes junto a sus nombres. Más sugestiva aún y con alcance poético es la serie titulada Angustia, un recorrido fotográfico por rincones ordinarios de la población de Angoisse (angustia en francés), que incluyen siempre señales preexistentes en las que puede leerse el nombre de la localidad. La serie funciona como un mantra que en cada foto repite “angustia”, “angustia”, “angustia”…

La obra fotográfica de Levé está teñida de un humor ascético, conceptualista, que funciona como un gancho, porque pronto da lugar a una perturbación ácida. La sonrisa dura tan sólo un instante. En el origen de la palabra, la “broma" era un pequeño molusco marino que se adhería al casco de los barcos de madera y los iba carcomiendo lentamente. Las obras de Levé funcionan como bromas.

Edouard Leve
de la serie "Pornographie"

La máxima de Sol Lewitt, expresada en sus Párrafos sobre arte conceptual, de que las ideas pueden ser obras de arte, se advierte claramente en el primer libro de Levé: Obras. Consiste en un listado de 533 descripciones de obras de arte. La primera en la lista, la más sintética, pareciera estar compuesta de materia oscura, adelanta el programa, se niega a sí misma y hace añicos a las que le siguen: “1. Un libro describe obras que su autor imaginó, pero que no ha realizado”.

¿Acaso importan, después de esta paradoja digna de Zenón, las otras obras listadas? Pero ahí están, felizmente realizadas otras 532 descripciones de obras que materializan la idea primera del libro. Para algunxs críticxs Obras constituye una “cachetada al arte conceptual”, una broma más de Levé.

Después de Obras vinieron tres libros más. En Diario, Levé recurre al détournement y en una operación de escritura no-creativa compila noticias publicadas por la prensa a las que previamente les ha eliminado los nombres propios, fechas y lugares. El resultado es un antidiario, un relato compuesto de sucesos despersonalizados, que expone en parte los artefactos discursivos de los medios de prensa escrita.

El siguiente libro fue Autorretrato, una colección perecquiana de ideas sueltas, sin cronología ni conexión aparente, pero sin ningún punto aparte. De las páginas de Autorretrato la crítica y el periodismo extrajeron las citas de Levé, como si de una mina a cielo abierto se tratara, que sustentaron las apresuradas opiniones plasmadas en las necrológicas sobre primer artista suicida del siglo XXI. (En este sentido, Levé es un muerto que habla).

Es notable que tan sólo algunos de estos artículos mencionen el paso de Levé por la Argentina, a la busca de material e inspiración para escribir un libro --que nunca vería la luz-- sobre la dictadura iniciada a manos de Videla en 1976. En un mensaje enviado a su editor desde Buenos Aires, Levé le confesaba que la ciudad le recordaba a Nueva York, por la estructura urbana, a París por los edificios antiguos y a Bangkok por el ruido.

Edouard Leve
de la serie "Angoisse"

Levé conocía de cerca el suicidio, y no sólo por haber leído a Mishima. Un amigo de gran influencia en su juventud se había matado a los 25 años de un tiro en la cabeza, sin intención artística alguna. Había nacido un 25 de diciembre y, como Levé, se había suicidado un día cualquiera.

Días antes de ahorcarse, Levé le había enviado a su editor el manuscrito de su última novela, una ficción basada en la tragedia de su amigo. El título: Suicidio.

La novela, publicada un año después de la muerte de Levé, y traducida a varios idiomas, es el testimonio de una larga lucha de Édouard con la idea de la muerte voluntaria. Una idea que, tras el suicidio de su amigo casi veinte años atrás, se le había pegado en la cabeza como las bromas a los barcos de madera.

Casi nadie que alguna vez se haya asomado a la producción de Levé dudaría en afirmar que su autoaniquilación -con nota suicida e instrucciones a su editor, al modo del arte correo, más puesta en escena- es una más de sus obras.

El mandato conceptualista presente en todas las operaciones artísticas de Levé se vuelve patente: cuando unx artista usa una forma de arte conceptual, significa que toda la planificación y las decisiones fueron tomadas de antemano; la ejecución es un asunto mecánico.

Suicidio es otro molusco de Levé. Su gran broma final, la más tautológica de todas, como las sillas de Kosuth.

No se sabe, pero si Levé y su esposa fueron creyentes el unx del otrx, tal vez podamos imaginar el rapto de satori (el voila!, en este caso) de ella tras abrir la puerta de la casa en París el 15 de octubre de 2007. Édouard, vestido con sus mejores ropas, suspendido en el aire. La sonrisa de ella brevísima como un obturador que apenas se acciona es reprimido por la cortinilla, el movimiento del espanto.

Tedero Navalis, la broma





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